Reticuloperitonitis traumática en Bovinos

Reticuloperitonitis traumática en Bovinos

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Reticuloperitonitis traumática en Bovinos 

La Reticuloperitonitis traumática en Bovinos  es una de las enfermedades más antiguas identificadas en las vacas pero todavía se presenta con una frecuencia alarmante en el manejo moderno. A diferencia de las ovejas y las cabras, las vacas no usan sus labios para diferenciar los alimentos muy fibrosos de los objetos metálicos existentes en los piensos.

A las vacas también se les da una gran cantidad de alimentos troceados que pueden contener restos de alambre o piezas de las máquinas. Cuerpos extraños metálicos como el alambre y los clavos son los agentes más comunes de este problema.

En la mayoría de los casos, la longitud de los alambres varía desde 5 hasta 15 cm y suelen estar ligeramente doblados o tener curvatura en alguno de sus extremos. En vacas alambradas se han recuperado clavos de todos los tamaños, lo mismo que agujas hipodérmicas o del tipo utilizado para la extracción de sangre.

Muchas vacas sanas desde el punto de vista clínico, tienen en su redecilla objetos metálicos, arena, piedras, grapas de valla, y algo de grava. Estos objetos son ingeridos, pasan a la panza y, en un lapso de 24 a 48 horas, son propulsados hacia la redecilla donde permanecen por gravedad o porque se enredan con la mucosa.

Los objetos no perforantes frecuentemente incluyen tuercas, pasadores, arandelas y fragmentos cortos de alambre (de menos de 2.5 cm). Estos objetos se pueden encontrar habitualmente en las muestras de rastro. Por consiguiente, en las vacas lecheras se debe prever la exposición a cuerpos extraños metálicos.

Aunque en una vaca que alberga un cuerpo extraño aguzado, la perforación puede ocurrir fortuitamente en cualquier momento, los factores físicos pueden coadyuvar en la perforación y en los signos clínicos subsiguientes. El ejemplo principal de un factor físico que coadyuva en la perforación es la gestación avanzada y el útero grávido.

Durante el último trimestre de la preñez, el peso y el tamaño asociados del útero grávido pueden permitir que el órgano se comporte como péndulo cuando una vaca se levanta y se tumba; esto puede ejercer presión física sobre la panza y sobre la redecilla, que coadyuva en la perforación por un objeto metálico aguzado existente

Signos clínicos de la reticuloperitonitis 

Una vez que un cuerpo extraño metálico perfora la pared de la redecilla, se manifiestan los signos clínicos. Estos signos son sumamente variables y están influidos por la región anatómica y por la profundidad de la perforación de la redecilla; por la lesión asociada de vísceras abdominales o torácicas; por las características físicas del objeto punzante; y por el estado de gestación o de lactación de la vaca afectada.

La enfermedad de las alambradas clásica provoca una reticuloperitonitis localizada con anorexia repentina (frecuentemente total), y cese de la producción de leche. La producción de leche puede descender hasta casi cero en 12 horas. Las vacas afectadas pueden tener fiebre ( 39.4 a 40.5 °C), frecuencias cardiaca y respiratoria normales o ligeramente elevadas, codos en abducción, expresión angustiada, postura arqueada, panza con motilidad disminuida acompañada, o no, de timpanización ligera, heces escasas y secas, y dolor abdominal localizado en el abdomen craneal ventral, cerca del apéndice xifoides.

Cuando se examinan dentro de las 24 horas del comienzo, los casos clásicos son relativamente fáciles de diagnosticar, sin embargo, muchos casos clínicos presentan signos más variables y representan retos diagnósticos más difíciles.

Las vacas afectadas con peritonitis crónica localizada tienen pérdida de peso, pelo enfermizo, anorexia intermitente, producción de leche disminuida, modificación de la consistencia de la bosta, y disfunción de la panza con o sin timpanización ligera.

Estas vacas pueden adoptar postura arqueada y manifestar dolor abdominal detectable. Las vacas afectadas por reticuloperitonitis traumática que acaba en una peritonitis difusa tienen signos más graves que las afectadas con peritonitis localizada.

Las vacas que manifiestan signos de peritonitis difusa resultante de la enfermedad, presentan fiebre, frecuencias cardiaca y respiratoria elevadas(FC de 90 a 140 latidos/min.; FR de 40 a 80 respiraciones/ min.), estasis total gastrointestinal, cese total del flujo de leche y del apetito, frialdad generalizada de la piel, tiempo de llenado de los capilares de las mucosas reducido, bosta escasa y suelta y, con frecuencia, tienen un gemido o bramido audible asociado con la respiración.

El gemido o bramido es muy evidente cuando el animal se levanta, cuando se tumba o cuando se le obliga a desplazarse de un sitio a otro. En estos pacientes, el dolor abdominal puede resultar difícil de detectar porque el intenso dolor difuso supera a cualquier intento localizado para reducir dolor, mediante presión abdominal profunda.

El animal se mostrará reacio a levantarse o a desplazarse de un sitio a otro y, en la mayoría de los casos, avanzará hacia un estado parecido al shock en 12 a 48 horas. A medida que el estado general del animal se deteriora, la temperatura corporal también puede caer de la primera fiebre a la normal o por debajo de la normal.

El riesgo de peritonitis difusa aumenta cuando una vaca en gestación avanzada manifiesta síntomas de reticuloperitonitis traumática porque el peso y el desplazamiento del útero grávido tienden a diseminar la peritonitis y dificultan los intentos naturales para aislarla.

Diagnóstico de la reticuloperitonitis 

El diagnóstico de la reticuloperitonitis traumática se basa principalmente en el examen físico y es auxiliado por las pruebas de laboratorio en casos que no son claros.

En vacas con signos evidentes de peritonitis, las úlceras que perforan el cuajar son la principal consideración diferencial. Este tipo de úlceras tiende a causar dolor en el abdomen medioventral, en el lado derecho de la línea media, y generalmente van acompañadas de fiebre.

Si en una vaca que tiene signos de peritonitis ya existe un imán activo, la ulceración del cuajar es más probable que la enfermedad. Durante el examen físico se debe usar una brújula para detectar la presencia de un imán activo en la redecilla. La brújula se desliza lentamente sobre la pared torácica izquierda hasta situarla por detrás del codo y una desviación de 60 a 90° de la aguja de la brújula indica la presencia de un imán potente en el interior de la redecilla.

En vacas con temperatura rectal normal, la enfermedad se debe diferenciar de la indigestión y de la cetosis. Esta diferenciación se puede hacer con base a la ausencia de dolor abdominal en los pacientes con indigestión o con cetosis, y con base a la hipomotilidad de la panza y a la negatividad de la prueba de las cetonas en la orina en los pacientes con la enfermedad.

Una vaca afectada con una enfermedad musculoesquelética difusa (poliartritis, laminitis, dolor de dorso, etcétera), podría confundirse con una que tuviese la enfermedad por la postura arqueada, por la pérdida de peso, por la anorexia y por la disminución de la producción. No obstante, el examen físico debe diferenciar el diagnóstico.

Tratamiento del reticuloperitonitis

En la mayoría de los casos agudos de reticuloperitonitis traumática está indicado un tratamiento conservador. Este tratamiento consta de un imán administrado oralmente, antibióticos sistémicos para controlar la peritonitis, y reposo de establo para ayudar a la formación de adherencias; también puede ser útil otra terapia sintomática, por ejemplo, los líquidos orales, los ruminatorios, las soluciones de calcio, y los electrólitos orales.

Si existe deshidratación y se sospecha o se confirma que existe alcalosis metabólica, están indicadas la terapia líquida y la suplementación con cloruro potásico por vía oral (de 1 a 2 onzas, dos veces al día) o por vía endovenosa. En pacientes gravemente alcalósicos, no se deben usar ruminatorios alcalinizantes. Los resultados de la terapia conservadora se deben evaluar en 48 a 72 horas.

Si la vaca afectada está empezando a comer y a rumiar, y la producción empieza a aumentar, se puede esperar la curación. Si la vaca no está mejorando o si el apetito y la actividad de la panza aumenta o disminuye, puede estar indicada la rumenotomía.

Después de la administración oral de un imán, éste entra primero en la panza. El imán sólo se desplaza al sitio deseado por medio de contracciones activas de la panza y de la redecilla, por consiguiente, si la panza permanece estática, es improbable que el imán se desplace hacia la redecilla para sujetar y retener el cuerpo extraño.

Si la vaca afectada ya tiene un imán en el momento en el que aparecen los síntomas, al principio, en vez de la terapia conservadora pueden estar indicadas la laparatomía expIoratoria y la rumenotomía.

La terapia antibiótica se debe prolongar durante un mínimo de 3 a 7 días a fin de controlar por completo la peritonitis localizada existente y frustrar los abscesos secundarios de la redecilla en el sitio de la perforación. Para tal fin, también se han usado con éxito la penicilina, el ceftiofur, la ampicilina y la tetraciclina.

Secuelas de la reticuloperitonitis

Las vacas que padecen la enfermedad pueden tener un gran número de complicaciones subsiguientes a la perforación y a la peritonitis. La complicación más conocida es quizá la pericarditis séptica que se presenta cuando el cuerpo extraño perfora en dirección craneal, afectando diafragma y pericardio. Los abscesos de la redecilla también son medianamente fre cuentes encontrándose en sus paredes craneal o derecha donde, directa o indirectamente, causan disfunción de las ramas ventrales del nervio vago y producen signos de indigestión vagal.

Prevención

Todas las novillas en edad reproductora o las novillas de 1 año de edad deben recibir imanes preventivos potentes. No recomendar esta medida preventiva para todas las vacas valiosas representa negligencia, por lo que la pérdida de una sola vaca lechera valiosa a causa de reticuloperitonitis traumática es imperdonable.

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