Que es la Ley de la fertilidad creciente en el manejo de pasturas
La economía agrícola convencional justifica el uso permanente de fertilizantes y agro tóxicos en los cultivos con la llamada ley de la fertilidad decreciente, según la cual las cosechas extraen, sucesivamente, la fertilidad del suelo, produciendo una disminución, también progresiva, en su productividad, siempre con suelo laboreado. Para reparar estas pérdidas, se incorporan fertilizantes, para reponer los nutrientes extraídos por las cosechas.
Para validar la ley de los rendimientos decrecientes, hay dos presupuestos:
- El sistema productivo agrícola es cerrado: si algo sale, hay que reponerlo;
- La producción agrícola es un proceso estático, y las extracciones deben ser compensadas con suministros.
Ambos presupuestos son falsos: la producción agrícola no es un sistema cerrado, sino un sistema abierto, con la permanente influencia del humano, de la energía solar, de las lluvias, de los vientos y de otros fenómenos y agentes meteorológicos, del aire y de la biota que la rodea; el proceso agrícola es dinámico, aún cuando se pretenda transformarlo en una hidroponía. Las condiciones intrínsecas y extrínsecas de dos cosechas sucesivas nunca son iguales, como tampoco son idénticas las condiciones de dos sitios, aunque que estén localizados uno al lado del otro.
La agricultura convencional, partiendo de la ruptura de la estructura del suelo con arado o procedimientos similares, desencadena un proceso de dependencia y de inhibición de los factores bióticos, que destruye o inhibe toda la actividad biodinámica en el suelo, paralizando fenómenos como el ciclo etileno y la trasmutación de elementos a baja energía. Rotos esos ciclos naturales, se vuelve imprescindible el uso de fertilizantes solubles, para cubrir las necesidades nutricionales de las plantas, porque, sin la actividad biocenótica, las plantas no cuentan con nutrientes disponibles ofrecidos por esos mecanismos. Repito, se crea la dependencia.
El laboreo, como cualquier agresión al suelo es, así, una verdadera trampa que, inexorablemente, lleva a la dependencia de insumos de síntesis química, porque el suelo es desestructurado, y la vida subsuperficial y superficial es destruida o, por lo menos, perturbada, con sus mecanismos bioestabilizadores inhibidos.
Hay, así, toda una doctrina fuertemente subsidiada por la industria, y lamentablemente seguida por las facultades de agronomía, que lleva al consumo de los llamados ”insumos modernos” que visan a reponer los nutrientes extraídos por las cosechas. Aparentemente, el razonamiento es lógico y, por lo tanto, correcto.
En la verdad, es un sofisma. Las consecuencias socioeconómicas, mientras tanto, como los costos, la erosión, el empobrecimiento progresivo de los suelos, la destrucción de su estructura, la compactación, la contaminación ambiental, el éxodo rural, la exclusión social y tantas otras externalidades no son tomadas en cuenta. Se puede incluso decir, que son hábilmente omitidas. También se omite que se puede superar las supuestas extracciones por procedimientos biológicos.
El Pastoreo Racional Voisin, cuando es llevado a la práctica correctamente, altera sustantivamente ese cuadro, por el hecho de no usar ningún tipo de fertilizantes soluble, ni agro tóxicos, prácticas que intoxican el suelo. El proceso de desintoxicación del suelo modifica radicalmente el ecosistema. Se pasa a trabajar, dinámicamente, con factores bióticos y naturales, a través del estímulo de sus procesos generado por la acción de la biocenosis activada por la alta deposición de MO, y por un manejo que respeta y protege el ecosistema, de modo que categorías biológicas, como el ciclo etileno, la trofobiosis, la transmutación biológica de los elementos y tantas otras sean recuperada y estimulada. Hay una maximización de la captura de energía solar y de secuestro de C, reacciones esenciales a toda la vida terrestre.
Los resultados alcanzados en los proyectos de PRV correctamente conducidos, han mostrado que, en oposición al paradigma convencional, hay un importante incremento de la fertilidad del suelo y de la mejoría del medio ambiente, con el consecuente aumento de la producción. No sólo la calidad biológica es limpia, sino también la producción avanza, a medida que se desintoxica el suelo.
Este proceso es acompañado por el incremento de su fertilidad, hecho comprobado por el aumento de la producción y de los niveles de nutrientes existentes en el suelo, mismo por los análisis convencionales.
Los límites de ese incremento aún no son conocidos. Es posible que haya un progresivo avance de la situación clímax, de manera tal que la misma progrese dinámica y dialécticamente, sin poder ser alcanzada.
Es la naturaleza en su permanente transformación.
A partir de estas premisas y de estos hechos, concluyo con el enunciado de la ley de la fertilidad creciente: la fertilidad del suelo, cuando es manejado sin agresión – arado y procedimientos similares – y con técnicas que estimulen la biocenosis, es creciente, tendiendo a límites aún no identificados. Como corolario de esta ley, se puede afirmar que la reestructuración y el incremento de la vida del suelo constituyen la forma de aumentar su fertilidad, y que la sucesión animal-vegetal es el método para alcanzarla.
Los puristas, de donde poco o nada ha surgido para “aliviar el dolor de la humanidad”, podrán argumentar la ausencia de bases en la investigación para la comprobación de la ley de la fertilidad creciente. Es una ley, sin duda, basada en el empirismo, en la vida, en la observación directa de los hechos y, “delante de los hechos, se cambia la teoría, aunque sea defendida por los nombres más famosos, quedándose con el hecho”.
Esto, sin embargo, no impide que sean realizadas las investigaciones básicas y aplicadas para dar sustento formal a un hecho indiscutible Además, muchas leyes fundamentales fueron enunciadas con base empírica. Creo que la ley de la queda de los cuerpos, es la más emblemática.
En este sentido, Tilman (1998)) presentó resultados que demuestran que los “métodos orgánicos pueden mejorar la fertilidad del suelo con menores efectos deletéreos al ambiente, en comparación con los métodos convencionales, altamente intensivos”.
El investigador encontró que, mientras los métodos convencionales provocaron un perdida de 50 a 65% de NPK, la rotación de cultivos y la adición de estiércol recuperaron el tenor de C orgánico en el suelo. Con la incorporación de estiércol, concluye: “pueden duplicarse los niveles de C orgánico y N del suelo, en cerca de 40 años”. Sagger (2001) encontró que las pasturas permanentes recuperan la MO perdida en los suelos cultivados. En PRV, por la activación de la biocenosis., eses tiempo han sido menores.
Con los pastos divididos, y el manejo correcto, hay una mayor y más concentrada deposición de bosta y orina, que darán origen a una mayor producción de pasto, de la mejor calidad. Y así, sucesivamente, en una creciente evolución. Es la hélice orgánica de producción (Voisin, 1960) que lleva, progresivamente, al enriquecimiento del suelo en humus y, en consecuencia, a un aumento lento y progresivo de la producción de los pastos.
La productividad de la pastura será tanto más alta, cuanto menor sea el tiempo de permanencia y de ocupación, cuanto mayor el número de animales por lote para la misma superficie, o cuanto más alta sea la carga instantánea.