moquillo canino

Moquillo canino

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Entre la población canina, una de las enfermedades más prevalentes es el moquillo canino, la cual se caracteriza por tener un alto nivel de letalidad, el cual solo es superado por el virus de la rabia canina.

Para el médico veterinario zootecnista que se dedica a la práctica clínica es muy importante conocer las características que presenta el virus, al igual que sus mecanismos patogénicos, ya que le permiten poder prevenir, diagnosticar con certeza, considerar opciones y tiempos terapéuticos y emitir pronósticos de la enfermedad.

El moquillo canino, también conocido como distemper canino, es una enfermedad viral muy infectocontagiosa de alta morbilidad más comunes y letales que afecta los perros.

El moquillo se caracteriza por afectar principalmente al aparato digestivo y al aparato respiratorio de los perros, pero en casos muy avanzados puede llegar a afectar el sistema nervioso de los caninos.

Esta enfermedad se encuentra distribuida a nivel mundial y puede afectar a los perros sin importar su edad, llegando a ser mucho más vulnerables los cachorros y los perros más viejos.

El virus también infecta a cánidos salvajes (por ejemplo, zorros, lobos, coyotes, mapaches, zorrillos, y hurones).

Estructura del virus de moquillo canino.

​El virus del moquillo canino es un miembro del género Morvillivirus de la familia Paramixoviridae, es pleomorfo, con partículas de 150 a 250 nm. El genoma viral es RNA lineal, de 15.69 kb de tamaño, de sentido negativo, monocatenario y no segmentado, lo que impide toda oportunidad de reagrupamiento genético frecuente, lo que da por resultado estabilidad antigénica. Está cubierto por una envoltura de lipoproteínas derivada de la membrana celular. (Carrol et al 2016; Greene et al 2012).

El virus contiene seis proteínas estructurales. Tres proteínas forman complejos con el RNA viral: la nucleoproteína (N) que forma la nucleocápside helicoidal (13 o 18 nm de diámetro) y representa la proteína interna principal y otras dos proteínas: fosfoproteína (P) y polimerasa grande (L), que intervienen en la actividad de la polimerasa viral que funciona en la transcripción y la replicación de RNA. (Carrol et al 2016; Greene et al 2012).

 Cachorro con signos de depresión, emaciación, conjuntivitis, hiperqueratosis nasal.

El moquillo se transmite principalmente por medio del contacto, mediante el aire y fluidos infectados, también se puede transmitir por medio del agua y la comida. El virus presenta un periodo de incubación de 15 días aproximadamente.

La enfermedad se caracteriza por presentar diversas posibilidades clínicas. Por lo general, inicia con un animal decaído, presencia de pus en los ojos, secreción nasal, fiebre, la cual puede baja y volver a subir, el perro perdera totalmente el apetito y no bebera agua. Hay que tener claro que los síntomas iniciales dependen de la gravedad y como le afecta al perro.

Luego de este periodo comienzan los signos más específicos entre los cuales existen:

  • Cuadro respiratorio: tos, descarga nasal, tos y dificultades para respirar.
  • Cuadro gastroentérico: vómito y diarrea.
  • Signos oculares: conjuntivitis, descarga ocular, úlceras en la córnea, edema de córnea.
  • Cutáneos o dérmicos: hiperqueratosis de las almohadillas plantares, erupciones en general.
  • Neurológicos: ataxia o dificultad para caminar o moverse, que puede progresar a paresia o parálisis, tics y hasta convulsiones.

Los signos pueden durar ya sea unos días, varias semanas o meses, con períodos de mejora que serán temporal y recaídas.

La aparición de signos puede seguir un curso ordenado respiratorio, digestivo y nervioso o pueden darse en forma aleatoria con una aparición inicial de los signos nerviosos.

El moquillo canino se diagnostica mediante análisis de sangre y análisis de orina, estos pueden mostrar un número reducido de linfocitos. Los antígenos virales pueden ser detectados en el sedimento de la orina o muestras vaginales. Muestras de piel, mucosa nasal y el epitelio de la almohadilla pueden ser analizadas también para determinar los anticuerpos.

No hay un tratamiento antiviral efectivo en el moquillo. Se utiliza tratamiento sintomático y terapia de soporte para ayudar al animal a superar la enfermedad, aunque incluso así la mayoría de animales jóvenes que la padecen sucumben a ella.

Es importante aislar al animal enfermo de otros, y lavar cuidadosamente las superficies y enseres con lejía diluida en agua para evitar los contagios.

Las opciones terapéuticas incluyen:

  • Fluidoterapia. Se recomienda suero con Ringer Lactato suplementado con Cloruro de Potasio (KCl). Si el paciente felino presenta deshidratación severa se realizará vía intravenosa.
  • Restricción de alimentos y agua por vía oral si hay vómitos intensos. Posteriormente se reintroducirá a los alimentos paulatinamente, ofreciendo una dieta altamente digestible y apoyo nutricional.
  • Antieméticos. Se recomienda metoclopramida, que no produce hipotensión.
  • Administración de antibióticos de amplio espectro para evitar la sobreinfección y la sepsis.

    El pronóstico del parvovirus depende del estado del perro cuando comienza el tratamiento. En casos avanzados y pacientes deteriorados, el pronóstico será reservado.

    El tratamiento del moquillo en perros incluye:

    • Medicamentos expectorantes para sacar las flemas, a veces también se recetan antibióticos Fármacos inyectables para disminución del dolor.
    • Tratamiento farmacológico de los síntomas digestivos y fármacos contra las convulsiones.
    • Medicamentos y suplementos alimenticios que ayuden a fortalecer la inmunidad del perro.
    • Vitaminas del grupo B, que ayudan a mejorar los tics nerviosos que produce el moquillo.

    El principal método de prevención del moquillo es la vacunación. Se debe tener en cuenta las tasas de prevalencia de cada zona geográfica, armando así un plan vacunal acorde. 

    Hay que tener en cuenta el estado sanitario del animal dentro de refugios caninos, con alta tasa de hacinamiento, que es donde aumenta la velocidad de transmisión.

    Es importante destacar, que no se conocen hasta el momento riesgos para la salud humana.

    Una vez superada la enfermedad, el perro será inmune al moquillo de por vida. Del mismo modo, la vacuna protege al animal frente a esta virulenta enfermedad.

    La vacuna como método de prevención del moquillo en gatos es fundamental. Existen diversas opciones en el mercado, pero la más común es la vacuna triple felina, que incluye protección frente a parvovirus, calicivirus y rinotraqueitis.

    En hembras gestantes no se vacunará con virus atenuados para evitar que se produzcan daños cerebelares en los fetos. En gatitos la primera vacunación debe realizarse tras el destete, a las 8 semanas. De esta manera los anticuerpos maternos no interferiría, ni disminuirán la efectividad. La dosis de refuerzo se administra un mes después.

    La única forma comprobada de prevenir el moquillo canino consiste en vacunar al perro contra la enfermedad. Esta vacuna, sin embargo, no es 100% efectiva. Los cachorros vacunados pueden enfermar ocasionalmente. Esto puede ocurrir cuando la inmunidad que ofrece la leche materna evita que la vacuna haga efecto y deja a los cachorros sin protección.

    La vacuna se recibe por primera vez entre las 6 y 8 semanas de edad, y se recibe un refuerzo de manera anual.

    Appel MJ (1969). Pathogenesis of Canine Distemper. Am. J. Vet. Res. 30 (7):1167-182.

    Appel MJ. (1987). Canine Distemper virus. In: Appel M. Virus Infections of Carnivores, Vol I, Ney York: Elsevier Science Publisher.

      Boehringer Ingelheim. 2010. Una mirada innovadora al moquillo canino.

      Calzada, N; Vázquez, M. Moquillo Canino: Fisiopatología y signos clínicos

      Carroll KC, Hobden JA, Miller SM, Morse SA, Mietzner TA, Detrick B…Sakanari JA. (2016) Jawetz.Melick & Aldeberg Microbiología Médica. México: Mc Graw Hill.

      Greene CE and Vandevelde M (2012) Canine Distemper. In: Greene CE (ed). Infectious Diseases of The Dog And Cat, 4thEd. (pp. 25-42), Athens, Georgia: Elsevier.

      Zoetis. 2020. Moquillo canino.


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