Alimentación del conejo

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Alimentación y nutrición del conejo

El conejo es un herbívoro monogástrico altamente eficiente desde el punto de vista biológico. Para satisfacer sus elevadas exigencias metabólicas cuenta con un aparato digestivo que permite la ingestión de grandes cantidades de alimentos fibrosos y un tránsito rápido de los mismos.

La microbiota del ciego puede obtener energía a partir de los constituyentes fibrosos. No obstante, la digestibilidad de la fibra en esta especie es en general baja, inferior incluso a la observada en caballo y en cerdo. Esta escasa capacidad del conejo para utilizar la fibra tiene su origen en el escaso tiempo de permanencia en el ciego, especialmente en el caso de las partículas fibrosas grandes.

Sin embargo, la fibra resulta esencial para mantener la motilidad cecocólica, la tasa de renovación del contenido cecal y el equilibrio del fiágil ecosistema microbiano cecal. El conejo optimiza el aprovechamiento de la microbiota cecal gracias a la cecotrofia, un complicado proceso que culmina con la ingestión de parte del contenido cecal, dispuesto en forma de racimos de pequeñas esferas con envoltura mucosa, denominadas heces blandas o cecotrofos.

Su principal ventaja es el aporte de proteína microbiana, digestible y rica en aminoácidos esenciales. No obstante, el interés de la cecotrofia en cunicultura intensiva es limitado y la cobertura de las elevadas necesidades para la lactación o el crecimiento depende del aporte dietario.

La cría del conejo se basaba en la utilización de forrajes, más o  menos complementados con otros alimentos más concentrados (cereales, legumbres, etc.). Este sistema, habitual en países menos desarrollados con producción a pequeña escala para consumo familiar, prácticarnente ha desaparecido en nuestro entorno, donde la explotación in tensiva pasa necesariamente por el empleo de piensos compuestos granulados.

En explotaciones de pequeño tamaño es posible utilizar un sistema mixto, consistente en el suministro de pienso compuesto granulado en comederos de tipo tolva y de forraje (verde o henificado) en rastrillos o directamente sobre la jaula. Su única ventaja es que reduce los gastos por compra de pienso, pero complica el manejo y requiere  bastante más mano de obra, por lo que resulta poco práctico en explotaciones de tipo industrial. 

Requerimientos nutricionales del conejo

La composición del alimento para conejo debe permitirnos cubrir las necesidades nutritivas y obtener buenos rendimientos, así como mantener la normalidad digestiva y minimizar el riesgo de trastornos. El número de piensos diferentes que deben utilizarse en una explotación cunícola es, lógicamente, limitado. En la práctica, se plantean tres posibles alternativas:

Pienso único para conejos

Se trata de suministrar a todos los animales de la granja el mismo tipo de pienso, formulado según las recomendaciones de el cuadro 1. Este sistema parece el más aconsejable para granjas pequeñas, ya que permite reducir al mínimo el número de silos para el almacenamiento  de pienso, simplifica el manejo y en general funciona bien dada la  notable capacidad de los animales para regular la ingestión según la concentración energética del pienso.

Sin embargo, con este tipo de pienso se corre el riesgo de que el aporte energético sea insuficiente para conejas lactantes de alta producción. Además, en cebo se produce un dispendio de proteína y minerales, con aumento de la excreción de nitrógeno y fósforo, cuyas emisiones deben estar controladas para reducir el impacto medioambiental de las granjas.

Dos piensos para conejos

En granjas de tipo industrial se suele disponer de dos tipos de pienso, uno para conejas en lactación (Cuadro 2) y otro para conejos de cebo (Cuadro 3), ya que entre ambos colectivos suponen más del 90 por 100 del consumo total de pienso. El pienso de lactación debe ser más energético y este mayor nivel energético se consigue habitualmente mediante la adición de grasa, obteniéndose un efecto beneficioso sobre la ingestión de energía, la producción lechera y el peso de la camada a los 21 días (Fraga et al.,  1989; Castellini y Battaglini, 1991 ; Cervera et al., 1993; Xiccato et al., 1995; Pascua1 et al., 1998 y 1999a).

La cantidad de grasa que puede incluirse está limitada por su efecto negativo sobre la calidad del gránulo; en la práctica no se suele superar el 6 por 100 de extracto etéreo ya que niveles superiores obligarían a introducir modificaciones en el proceso de fabricación (doble granulación, expansión, extrusión), con el consiguiente aumento del precio del pienso.

Cuando el incremento del valor energético se obtiene por aumento del contenido en almidón, el mayor consumo de energía no tiende a traducirse en una mejora del rendimiento de las conejas sino en un aumento de su peso corporal (Pascua1 et al., 1999b). El pienso de lactación también es más rico en proteína y minerales que el pienso para cebo, que es más fibroso y normalmente más barato. 


Tres piensos para conejos

Se aconseja utilizar un tercer tipo de pienso específico para gaza pos antes y después del destete, con el fin de reducir la incidencia de trastornos diarreicos y la mortalidad durante esta fase (Maertens y Villarnide, 1998). Este pienso de destete se caracteriza por tener mayor contenido fibroso y menor contenido en almidón que el pienso de cebo, siendo también algo menores sus niveles de energía y proteína  (Cuadro 4). Se suministra desde las 3 semanas a las 6-7 semanas, de forma que normalmente es consumido también por las conejas al final de la lactación, cuando la producción lechera no se puede resentir gravemente pues ya está en su fase descendente.

Lógicamente, el empleo de dos tipos de pienso a lo largo del periodo de engorde (destete y cebo) es más fácil de implantar en explotaciones con manejo en bandas, en las que el cebo está organizado en lotes más o menos grandes.  Se ha propuesto también el empleo de piensos de acabado, más energéticos y menos proteicos que los piensos típicos de cebo  (Maertens y Luzi, 1996); no parece que tengan mucho sentido en nuestro país, aunque sí en aquéllos en los que el engorde se prolonga para satisfacer un mercado que demanda canales más pesadas, como sucede en Francia y sobre todo en Italia. 

La alimentación de una explotación cunícola de tipo industrial debe basarse por tanto en el empleo de los tres tipos de pienso ya men cionados: lactación, destete y cebo. El resto de los animales de la gran ja (conejas en gestación o espera, reposición y machos) recibirá normalmente el pienso de cebo; en algunas situaciones se les suministrará de forma restringida para evitar un engrasamiento excesivo (35 gkg  de peso vivo).

Alimentación de conejas reproductoras

Las necesidades nutritivas de las conejas son muy elevadas y por ello deben ser alimentadas ad libitum, con objeto de evitar el deterioro de su condición corporal y de su productividad en los sucesivos ciclos reproductivos.

La Figura 1 recoge la ingestión de pienso en conejas con un ciclo reproductivo de 42 días y destete a los 32 días. Las conejas presentarán un balance energético ligeramente positivo al principio de la lactación, seguido de una intensa movilización de la reserva energética corporal durante la fase de mayor producción lechera (especialmente en las primíparas, cuya capacidad de ingestión todavía es limitada) y de una recuperación incompleta de las reservas corporales al final de la lactación, cuando la ingestión se mantiene alta o desciende ligeramente mientras la producción lechera decae notablemente (Sabater et al., 1993; Fernández-Carmona et al., 1995).

Como se ha señalado, en las primeras tres semanas de lactación deberá suministrarse un pienso específico para esta fase, siendo aconsejable cambiar después a un pienso de destete, más ajustado a las necesidades de los gazapos. Cuando se produce el destete, la coneja normalmente ya estará en el último tercio de gestación.

Al principio de este periodo la ingestión disminuye pero todavía permite que la coneja culmine la recuperación de su reserva energética corporal. Ya en los últimos días de gestación se produce un acusado descenso de la ingestión, con movilización de energía corporal para el desarrollo fetal.

Si en el momento del destete la coneja estuviera al inicio de la gestación o vacía conviene optar por la restricción de pienso hasta que entre en el último tercio de la gestación, para evitar un engrasamiento excesivo que pueda aumentar la mortalidad perinatal y reducir la ingestión al inicio de la siguiente lactación (Partridge et al., 1986). La misma pauta sería de aplicación en la gestación de las primíparas. En la práctica es frecuente obviar estas restricciones, ya que afectan a un reducido número de animales por cortos periodos de tiempo y complican el manejo.

Alimentación de conejos de engorde

La alimentación será ad libitum durante todo el periodo de engorde, con pienso de destete hasta las 6-7 semanas y continuando con pienso de cebo hasta el momento del sacrificio. La restricción alimentaria durante este periodo no es aconsejable: reduce la velocidad de crecimiento y alarga el periodo de cebo, aumenta la necesidad de  plazas de comedero, requiere más mano de obra y, cuando se compara a mismo peso final, no mejora el índice de conversión.

Tampoco es recomendable restringir la alimentación durante la semana postdestete, ya que ello conduce a una menor tasa de renovación del contenido cecal, lo que favorece el desarrollo de diarreas.  A pesar de la complicación que supone, debe observarse un escrupuloso cumplimiento del preceptivo periodo de retirada de los piensos con aditivos medicamentosos, recurriendo a un pienso blanco en los días previos al sacrificio.

Alimentación de la reposición en conejos

La alimentación de las futuras reproductoras durante el periodo de recría tiene una importante repercusión sobre su posterior vida productiva. En la práctica se recomienda alimentarlas ad libitum hasta los  3 meses de vida y continuar con alimentación restringida hasta el momento de la primera cubrición o inseminación, en torno a las 17-1 8 semanas, siendo aconsejable un flushing durante los 4-5 días previos.

La alimentación ad libitum durante todo el periodo de recría permite anticipar 2 semanas el inicio de la actividad reproductiva y quizá mejores resultados en el primer parto de la coneja, pero acorta la vida reproductiva y aumenta la tasa de reposición (Maertens y Villamide, 1998).

Recientemente se ha señalado que la alimentación de las conejas de reposición con un pienso casi exclusivamente compuesto de heno de alfalfa (96 por 100), suministrado ad libitum hasta el parto, parece tener efectos positivos en la primera lactación, aumentando la capacidad de ingestión, la producción de leche y el peso de la camada a los 21 días (Fernández-Carmona et al., 2000)

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Los machos jóvenes deben alimentarse ad libitum hasta su entrada en actividad, también hacia las 17-1 8 semanas.

Video Requerimientos nutricionales de los conejos

Video Nutrición en conejos según la etapa de crecimiento


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