La fertilidad del ganado lecheros

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Que es la fertilidad del ganado

La fertilidad en el ganado  se define como la capacidad que tiene una vaca para tener una ovulacion verdadera con óvulos capaces de ser fertilizados y ademas de propiciar un adecuado ambiente oviductal y uterino para el buen desarrollo del embrión y del feto, terminando en una adecuada gestación y parto de la bovino

El manejo reproductivo en vacas lecheras de alta producción comporta grandes dificultades, debido a que el éxito o el fracaso  del mismo está ligado  a  la  incidencia de un gran número de factores a tener en cuenta. Estos factores varios no ejercen todos la misma influencia por si mismos sobre la fertilidad del ganado. Además, la medida en la que cada uno de estos factores puede ser controlado varía enormemente. Organizando estos “factores de fertilidad” en categorías que reflejen las opciones y posibilidades de control por parte de los equipos humanos nos va a permitir el concentrar los esfuerzos en aquellos factores más importantes sobre los que ejercer una acción positiva.

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Como se calcula la fertilidad de la ganadería

Es el número de vacas que quedan gestantes durante un periodo determinado dividido entre el total de vacas en el hato elegibles para ser servidas, depende del porcentaje que son inseminadas y del porcentaje de concepción en dichas inseminaciones.

Sin embargo esta en función de variables que se relacionan con la concepción, en el siguiente cuadro se menciona los valores ideales que se deben tener en hatos productivos en regiones tropicales.  

Fertilidad del bovino

Dificultades en la fertilidad de la vaca 

Las causas de infertilidad en una unidad de producción bovina se le atribuyen por lo general a las hembras, ya que de ellas depende prácticamente la producción, pero se podría decir que las fallas reproductivas o repetición de estros dependen de tres factores principales: la vaca, el toro y el hombre; ya que el primer elemento pueden tener relación con algún problema genético, como anormalidades cromosómicas, ya que se ha asociado a este tipo de aberraciones con diversos desórdenes reproductivos, el freemartinismo en el ganado bovino es otra de las causas de infertilidad más frecuentes, ya que se ha reportado que más del 90% de las hembras heterosexuales, 2 son freemartin, por lo que diversos investigadores se han dado a la tarea de buscar un diagnóstico rápido apoyado en técnicas avanzadas en microbiología.

Los desórdenes hormonales en las vacas son las principales causas de repetición de estro y estas pueden manifestarse de distintas maneras ya sea como un anestro de la vaca, el cual puede deberse a una mala alimentación, lo que trae como consecuencia un deficiencia de las concentraciones de glucosa e insulina en sangre (Landau et al, 2000; Miyoshi et al, 2001); un quiste ovárico el cual se cree que se genera por la falta de LH (Hormona Luteinizante), debido a una deficiencia de la Hormona Liberadora de Gonadotropinas (GnRH) (Hafez, 1996). Además, se ha observado que estos inciden más en vacas lecheras con cierta selección genética (Zolu y Penny, 1998).

Cabe mencionar que a los quistes ováricos se les ha asociado un retraso en el primer estro postparto de 6 a 11 días y con un período entre partos mas largo de 20 a 30 días, etc. (Fouirchon et al, 2000). Por otro lado, el factor del semen que se relaciona directamente con el macho, puede ser una de las causas de repetición de estros sin que se haya notado como tal.

El 10% de las vacas que se inseminan artificialmente (IA) repiten el estro (Hafez, 1996), esto se debe en gran medida a que no se aplica adecuadamente la técnica de IA (O’Connor, 2000) y a que se realiza mal la detección de estros ya que se ha reportado que la mayor parte de las vacas entran o manifiestan el estro entre las 7:00 p.m. y las 7:00 a.m.(Gray y Vaner, 2000).

Además, todas estas causas traen como consecuencia pérdidas económicas: tan sólo en Estados Unidos, se han estimado pérdidas de hasta 50 dólares por día por cada día abierto más. Es, por tal motivo, que la presente revisión tiene como objetivo describir y explicar las principales causas de infertilidad en el ganado bovino.

Para determinar qué factores de fertilidad deberían recibir mayor atención, primero debemos responder a las siguientes cuestiones:

¿Qué factores de los que afectan a la fertilidad poseen mayor influencia, y cuáles pueden controlarse para que se materialice este cambio positivo?

Por ejemplo, si la eficiencia en la detección de celos en las vacas es solamente del 35%, existe en este punto una gran oportunidad de mejora. En cambio, si solamente el 6% del rebaño sufre un problema de ovarios quísticos, no existe gran oportunidad de reducir este porcentaje. En definitiva, algunos factores de los que afectan a la fertilidad presentan una gran oportunidad para la mejora y otros no.

Factores que afectan la fertilidad del ganado

Un criterio de clasificación de los factores de fertilidad lo podemos establecer en función de qué o quién los controla. De esta manera, podemos confeccionar una lista en los tres grupos siguientes:

1. Controlados por  los  equipos humano
2. Controlados por  el  sistema reproductivo de la vaca
3. Inherentes a la vaca o el rebaño.

Respecto a estas tres categorías, podemos ejercer un mayor control sobre aquellos factores que están bajo la influencia directa humana, mientras que el menor control lo podemos ejercer sobre factores  reproductivos  inherentes a la vaca y al rebaño. Los factores de fertilidad en relación al sistema reproductivo de la vaca son intermedios, y moderadamente difíciles de controlar.

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Mortalidad embrionaria y fetal sobre la infertilidad de la vaca

Una de las principales causas de fracaso de la preñez (aborto de la vaca) en el ganado es la muerte embrionaria temprana.  Entre  el  30%  y  40% de los embriones mueren entre la fertilización y los 50 días de gestación. Desafortunadamente, en muchos casos la causa precisa de estas pérdidas es desconocida, lo cual provoca que este costoso factor de fertilidad sea el más difícil de controlar.

Alrededor del 90% de los ovocitos son fertilizados después de la monta o inseminación de la vaca; sin embargo, una alta proporción de estas gestaciones de la vaca se pierden (Hernández, 2000). La muerte de embriones antes del reconocimiento materno de la gestación (días 16 a 19) es considerada como muerte embrionaria temprana. La que ocurre entre el reconocimiento materno de la gestación y el momento en que se ha completado la organogénesis (alrededor del día 42), se denomina muerte embrionaria tardía, y la pérdida de la gestación posterior al día 42 se llama muerte fetal.

La muerte embrionaria temprana expresa pérdidas de gestaciones de 40 – 60%, la tardía de 10 – 15% y la muerte fetal con 5 a 15% (Hernández, 2000). Las causas de la muerte embrionaria son diversas y están relacionadas con la alta producción láctea, intervalo de parto a la primera ovulación, balance energético negativo, problemas del puerperio, momento de la inseminación, técnica de inseminación, características de la dieta, estrés calórico, infecciones uterinas, factores genéticos y causas endocrinológicas.

Las vacas expuestas al estrés por calor son más propensas a temperaturas corporales elevadas, que en el caso de ser superiores a los 41º C, especialmente durante los tres primeros días después de la inseminación, provocan un notable aumento en las tasas de muerte embrionaria. El refrescar a las vacas en prevención de temperaturas corporales elevadas ayuda a prevenir la muerte embrionaria, y por lo tanto a mejorar las tasas de preñez.

Endocrinología sobre la infertilidad de la vaca

El mantenimiento del Cuerpo lúteo es viable por la producción de P4, que es vital durante el periodo de gestación y la inoportuna luteólisis del CL es probable que la mayor parte de las pérdidas embrionarias (Hafez, 2002).

Este padecimiento ocurre al suceder la luteólisis por la PGF-2α secretadas por células endometriales, teniendo una actividad específica hacia los receptores de oxitocina, secretada por el CL. La concentración de oxitocina se incrementa 10 días después de las exposiciones de P4 y posiblemente el E2 por el desarrollo folicular.

Durante la vida embrionaria se producen proteínas trofoblásticas que a su vez producen el interferón trofoblasto, esto inactiva la secreción de PGF-2α y por lo tant o se da el reconocimiento de preñez por la madre. Se han utilizado numerosas formas de evitar la muerte embrionaria administrando P4, GnRH, y cHG exógena, lo que ha dado resultados variables. Recientemente, se ha sugerido usar GnRH de los 11 a 13 días post servicio, aumentado la gestación como resultado del tratamiento (Med Vet 2002).

Perdida de energía sobre la infertilidad de la vaca

Todas las vacas sin excepción caen en un balance energético negativo (BEN) durante el periodo posparto. Sin embargo, algunas llegan a fallar en este proceso, lo cual puede ser secundario a un bajo consumo de nutrimentos provocados por problemas de salud, periodos secos prolongados o por complicaciones durante el parto.

Esto significa que la energía utilizada para su mantenimiento y producción de leche son mayores que la energía consumida, lo que obliga a utilizar sus propias reservas corporales, pudiendo llegar a su punto más bajo de BEN entre los días 10 y 20 posparto, y siguen en BEN aproximadamente hasta el día 70 a 80 y en algunos casos (vacas de primer parto) hasta el día 100 posparto (Hernández, 2000.)

El BEN afecta algunos procesos reproductivos asociado con un retraso en la primera ovulación posparto y con una disminución de las concentraciones séricas de progesterona en el segundo y tercer ciclo posparto, lo que potencialmente puede afectar el desarrollo folicular, el potencial de los ovocitos y la supervivencia embrionaria como secuela de la pérdida de condición corporal de más de 1 punto (escala 1 a 5) durante las primeras cuatro semanas posparto.

Las dietas formuladas a las vacas altas productoras de leche de 17 a 19% de proteínas, presentan una disminución de la fertilidad. Lo que ha motivado demostrar que las vacas alimentadas con estas raciones, tienen altas concentraciones de urea y amoniaco en sangre y en los fluidos uterinos, lo cual afecta la viabilidad de los espermatozoides, óvulo y embrión (Hernández, 2000).

Balance energético negativo (BEN) sobre la infertilidad de la vaca

Una de las causas más comunes de baja fertilidad en las vacas lecheras es la deficiencia de energía en relación con las necesidades del animal o un balance de energía negativo. Dependiendo de la producción de leche en el comienzo de la lactancia, un balance de energía negativo puede durar de las primeras dos a diez semanas de la lactancia (dos meses y medio).

Los intervalos de concepción son menores para las vacas inseminadas durante un balance de energía negativo (vacas que pierden peso) comparado con vacas inseminadas durante un balance de energía positivo (vacas que ganan peso). No existe evidencia de que las vacas de alta producción han heredado una habilidad reproductiva negativa. Aun así, es claro que las vacas con un balance de energía negativo poseen una menor fertilidad a pesar de su habilidad de producción de leche.

Intersexualidad sobre la infertilidad de la vaca

Freemartinismo Bovino

Un “freemartin” es una hembra estéril nacida como gemela de un macho. Aproximadamente 85 a 90% de los partos gemelares que producen un ternero de cada sexo, produce freemartinismo.

La causa del freemartinismo, no se ha entendido claramente. Durante el desarrollo, la sangre fetal es la misma. El compartir la sangre, permite a cada gemelo, exponer  señales como hormonas y agentes de desarrollo celular hacia uno u otro sexo. Algunos de estos agentes provoca que los embriones contengan cromosomas X y Y para desarrollar en fetos machos. Cuando los fetos hembras, que contienen dos cromosomas X, son expuestos a los mismos agentes, se altera el desarrollo del tracto reproductivo.

Al nacimiento, una hembra freemartin casi siempre muestra sus genitales externos normales. Sin embargo, los órganos reproductivos internos, son anormales. En lugar de desarrollar estructuras tubulares, el tracto reproductivo se hace fibroso y delgado, sin cavidad central y casi siempre con desarrollo segmentario. (Aplasia segmentaria).

No existe cura o tratamiento para el freemartinismo. Por lo cual únicamente cerca del 15% de las hembras nacidas con un macho en parto gemelar, son normales,  es mejor asumir que será fértil. Estos animales deben ser excluidos del hato en reproducción.

Un  pequeño porcentaje de pares gemelos macho-hembra, no comparte el mismo aporte sanguíneo. En estos casos, la hembra gemela, se desarrolla normalmente y es fértil (Mora, 2007).

Diferencias hormonales sobre la infertilidad de la hembra Bovina

La baja fertilidad se sindicaba sólo a las vacas repetidoras con más de tres servicios infértiles, sin embargo, actualmente se sabe que este problema es crítico desde el primer servicio, en el cual con frecuencia el porcentaje de concepción no supera el 30%.

Se han observado vacas altas productoras de leche, con bajas concentraciones séricas de progesterona, lo cual se asocia con la sub fertilidad (Hernández, 2000); de igual manera, las vacas en lactación tienen un flujo sanguíneo hepático mayor que las vacas no lactantes, lo cual se relaciona directamente con una mayor capacidad hepática para metabolizar las hormonas esteroides, y que las vacas altas productoras tienen menores concentraciones séricas de estradiol, lo que se ha asociado con una disminución en la intensidad de la conducta estral.

Altas temperaturas sobre la infertilidad de la vaca

Todas las vacas lecheras son susceptibles al estrés calórico, expresando baja fertilidad cuando el ganado se encuentra en climas cálidos. El porcentaje de concepción cae de 40%, obtenido en los meses templados o fríos del año, hasta 15% durante el verano, incrementándose en los últimos años, lo que ha coincidido con el incremento en la producción de leche (Lluén, 2008 – 2009).

El estrés calórico expuesto hasta el día 7 postestro afecta el desarrollo embrionario en vacas súper ovuladas. Experimentos in vitro, demuestran que la exposición de los embriones a temperaturas equivalentes a la temperatura rectal de las vacas bajo estrés calórico (41 °C), disminuye la proporción de embriones que llegan a la etapa de blastocisto (Hernández, 2000).

Causas de infertilidad en la vaca provocadas por el hombre.

Aunque se puede llegar a pensar que el hombre no tiene relación en las fallas reproductivas del ganado esto puede ser discutido debido a que el hombre es el responsable de brindar al ganado un estado de confort absoluto incluyendo así desde una dieta equilibrada ya que diversos autores han demostrado que al tener una dieta baja en energía o en vitaminas o minerales puede inducir infertilidad en el ganado.

Por otro lado con el empleo de técnicas de reproducción avanzada como la IA, para la transferencia de embriones es necesario un adecuado método de detección de estro, ya sea de manera visual, toros marcadores o con desviación de estros, métodos de detección eléctricos.

Es por ello que dentro de esta revisión nos adentraremos un poco en los problemas que contrae la IA y la detección de estros.

5.1. Técnica de IA. (Habilidad del Inseminador)

El que la Inseminación Artificial de la vaca es una técnica muy usada no quiere decir que es una técnica fácil, ya que la tasa de preñez alcanzada por un técnico inseminador difiere en un 23%. Debido a que no todos los inseminadores han adquirido la habilidad para obtener consecuentemente altas tasas de gestación en el ganado (Med Vet 2002).

Diversos estudios han mostrado claramente que la experiencia y habilidad del inseminador son factores muy influyentes en la fertilidad del rebaño. El éxito en la deposición del semen en el lugar apropiado del tracto reproductivo de la vaca se ha mostrado como un gran aspecto a tener en cuenta asociado a la técnica de la inseminación. En un minucioso estudio que comparaba a los técnicos profesionales en inseminación artificial con trabajadores de distintas  explotaciones que llevan a cabo las mismas labores, Peters et al. demostraron, usando evaluaciones radiográficas de la inseminación, que solamente el 39% de las deposiciones de semen fue- ron localizadas en el lugar adecuado (cuerpo uterino). En con- traste, el 25% fueron localizadas en el cérvix y el 36% en el lumen de un cuerno uterino. Considerando el cuerpo uterino como el lugar apropiado, el 61% de las deposiciones resultaron ser erróneas. Paradójicamente, inseminadores profesionales resultaron tener tasas de error similares a las de trabajadores de las propias explotaciones.

En un estudio de campo en el que  se  compararon  un  total  de

2820 primeros servicios en cuatro rebaños comerciales de Washington, con un total de 11 trabajadores como inseminadores, el más habilidoso obtuvo el 62,7% de concepción en primer servicio, mientras que el menos habilidoso consiguió solamente el 40,1%. La variación media entre inseminado- res osciló entre el 7% y el 10%.

El equipo de manejo puede registrar estos números, evaluar la tasa de concepción de cada inseminador en el rebaño y tomar las acciones correctivas necesarias al respecto siempre que sea necesario. Si se lleva a cabo una revisión periódica y reciclaje  (por lo menos una vez al año) de las técnicas de inseminación, los técnicos estarán al tanto de la importancia de depositar el semen en el lugar apropiado. Cuando el semen se deposita en el cuello, se pierde el doble de semen que si lo depositamos en los cuernos o en el cuerpo del útero, por lo que los fracasos de preñez son más probables con la deposición cervical que con la deposición uterina del semen.

5.2. Detección de estros

La eficiencia en la detección de celos se define como el porcentaje de vacas que, mostrando signos de estro, son identificadas como que están en celo. La eficiencia en la detección de celos en las vacas depende casi exclusivamente del programa diseñado por el equipo de manejo. Muy a menudo la detección de celos se lleva a cabo mientras se realizan otras tareas, lo que puede suponer un problema, ya que generalmente las vacas no muestran un alto  grado  de  comportamiento de aceptación de la monta (único signo inequívoco de celo), cuando están comiendo, descansando o en el ordeño.

La escasa capacitación del personal en la detección de estros reduce la fertilidad de las vacas, problema que lo padecen los ganaderos. En México, en el mejor de los casos se observa el 60% de las vacas en estro y en los casos extremos el 30% (Hernández, 2000).

Desde hace más de 50 años se ha aplicado la regla práctica de inseminación AM-PM y PM-AM, entendiéndose que las vacas que presentan celo en la mañana son inseminadas en la tarde y las de la tarde se inseminan en la mañana siguiente.

Esta práctica asegura la fertilidad, siempre y cuando se cuente con una eficiente detección de estros; sin embargo, en condiciones deficientes, no se sabe si la vaca en estro se encuentra en las primeras o en las últimas horas del periodo de aceptación. Si se programa la inseminación 12 h después, es probable que se realice demasiado tarde, cuando ya haya ocurrido la ovulación (Hernández, 2000).

Errores en la detección de celos

Los errores en la detección de celos vienen determinados por la proporción de vacas inseminadas sin estar en celo. Los estudios que analizan progesterona en leche y sangre han mostrado que entre el 5 y el 30% de todas las inseminaciones, se llevan a cabo en vacas que no están realmente en celo. Los errores en la detección de celos están mayormente provocados por una identificación de celos basada en signos secundarios, en lugar de tener en cuenta exclusivamente el comportamiento de aceptación de la monta.

Los errores en la detección de celos pueden ocasionar infecciones uterinas, ya que las vacas se inseminan durante la fase luteínica del ciclo, es decir cuando el útero es más susceptible a dichas infecciones. Estos errores también conllevan el derroche del semen y del trabajo, y llevan a tomar notas incorrectas que confundirán al equipo de manejo cuando intente  predecir  futuros  celos,  fechas de parto o realizar diagnósticos de preñez.

La eficiencia y la precisión en la detección de celos casi siempre puede mejorarse si el equipo de manejo implementa programas de trabajo bien definidos. Los errores en la detección de celos pueden corregirse en gran medida revisando los signos primarios y secundarios de celo, e insistiendo en que solo las vacas que muestran aceptación de la monta están preparadas para inseminar. El objetivo debe ser que los errores en la detección sean inferiores al 2%. Como el tamaño de los rebaños sigue aumentando, el problema de una pobre detección de celos tiende a aumentar debido a que la mano de obra por animal tiende a disminuir.




Otros eventos en la infertilidad de la vaca.

También ocasionan fallas reproductivas, los quistes ováricos, abortos de la vaca, retención placentaria, anestro, metritis, reabsorción embrionaria, y diversas alteraciones anatómicas (adherencias, tumores, entre otras).

6.1 Quistes ováricos.

Los quistes ováricos (Quistes foliculares, quistes luteales) en las vacas lecheras alarga los intervalos entre partos del ganado, ocasionando pérdida económica y disfunción reproductiva en la ganadería. La incidencia reportada de quistes ováricos en vacas lecheras varía de 10 a 13%, y los hatos con este tipo de problemas pueden tener una incidencia de 30 a 40% durante períodos cortos (Lluén, 2008 – 2009). Entre el 10 y el 14% de todas las vacas lecheras desarrollarán quistes ováricos por lo  menos  en  una  ocasión  a  lo largo de su vida productiva.

Xolalpa, 2002 en un trabajo de investigación realizado en México, reporta que con un total de 4200 animales, se determinó los eventos de falla reproductiva, presentando las mayores incidencias: metritis 21.64%, quistes ováricos 16.15%, aborto 6.6 %, infertilidad 3.43%, retención placentaria 3.11% y anestro 1.67%.

Aproximadamente  el  80%  de las vacas con quistes en los ovarios responderán positivamente al tratamiento mediante gonadotropina u hormonas liberadoras de gonadotropina (GnRH), mientras que el 20% restante no responderán al tratamiento hormonal. Estos animales acabarán muy probablemente siendo eliminados del rebaño por causa de fracaso reproductivo, y está bien que así sea, dada la elevada predisposición genética a sufrir la problemática.

En la mayoría de rebaños lecheros la incidencia de ovarios quísticos es relativamente baja (menos del 10%), por lo que se trata de un factor con un impacto moderado sobre la reproducción.

6.2. Involución uterina.

Después de la salida del ternero, existe un periodo de tiempo donde el útero y las estructuras reproductivas relacionadas, se reparan  de la experiencia traumática de la gestación y el parto de la vaca. Este período de recuperación es conocido como involución uterina.  En el ganado, dura aproximadamente 30 a 60 días. Después de este período, el ciclo reproductivo de la vaca debe reiniciar.

Algunas vacas exhiben signos de estro durante la involución uterina, lo cual puede confundir a algunos productores para montar o no este animal. Si se permite la monta muy temprano, la oportunidad de concebir disminuye por varias razones:

  • El útero no se ha recuperado completamente. Si ocurre la concepción, la placentación (proceso de unión del embrión al endometrio y su posterior desarrollo) no es posible.
  • Este periodo de seudo-estro puede estar o no acompañado por la ovulación. Muchas veces, los niveles hormonales no han vuelto a los niveles necesarios para el desarrollo adecuado y reclutamiento de folículos en el ovario.
  • Especialmente en vacas de alta producción, la mayor parte de la energía consumida es destinada a la producción de leche. Cuando se suplementan menores niveles de energía en la dieta, de los necesarios, no habrá suficiente energía disponible para las funciones reproductivas.

Por todas estas razones, es mejor no permitir la monta en el primer calor después del parto (Mora, 2007).

6.3.        Retención de placenta.

Una placenta retenida, es aquella que no es expulsada por el cuerpo dentro de las 12 horas siguientes al parto. La incidencia normal y aceptable de la retención de placenta varía entre el 4 y el 12%. 

La retención de placenta ocurre en aproximadamente el 5% de los partos en ganado de carne y 10% en ganado de leche. La retención de placenta es más común en vacas viejas después de gestaciones muy largas o muy cortas y de partos gemelares.

Las deficiencias nutricionales infecciones y el uso de ciertas drogas (especialmente compuestas de glucocorticoides, usados comúnmente en cierto tipo de distocias) también pueden incrementar la incidencia de retención placentaria.

El tratamiento es necesario si la placenta es retenida por un periodo superior a 12 horas después del parto. El tratamiento debe incluir:

  • Inyección con oxitocina.
  • Remoción manual de la placenta (NO RECOMENDADA).

Si la placenta debe ser removida manualmente, se debe tener cuidado de asegurar que el útero no sufra ningún daño y de remover totalmente la placenta. El daño del útero puede resultar en un incremento del tiempo de involución y/o disminución de la fertilidad. Si la placenta, o alguna de sus partes, permanecen dentro de útero después del parto, hay predisposición a una infección, la cual puede dañar el tracto reproductivo y disminuir la fertilidad (Mora, 2007).

6.4.        Prolapso

El prolapso es cuando una parte del sistema reproductivo interno, sale a través de una de las aberturas externas del cuerpo. Hay dos tipos de prolapso reproductivo: vaginal y uterino

Los prolapsos vaginales ocurren por que se incremente la hormona relaxina, en el período cercano al parto. Esta incrementa la elasticidad de la vagina. Cuando ocurre el prolapso, parte del tejido vaginal flácido es empujado a través de la vulva y se puede observar por fuera del cuerpo. El prolapso vaginal, generalmente no requiere cirugía y usualmente se corrige solo cuando los niveles de hormona vuelven a la normalidad.

Un prolapso uterino ocurre cuando parte o todo el útero, sale a través del cérvix y es empujado hacia la vulva. Los prolapsos uterinos, frecuentemente están asociados con dificultad al parto o retención de placenta, por lo que ambas condiciones pueden causar en la hembra mayor presión de la usual.

El tratamiento para un prolapso uterino, incluye lavado y desinfección del útero vigorosamente y empujando el útero hacia atrás manualmente. Como la vaca continua ejerciendo presión, puede ser necesario suturar la vulva para conservar el útero en su lugar, hasta que el animal se relaje. Tanto los prolapsos vaginales como los uterinos, pueden causar infertilidad temporal o permanente si no se tratan adecuadamente (Mora, 2007).

Fertilidad de los toros

Por todos es sabido que existen diferencias significativas entre toros en cuanto a su fertilidad. Senger et al. demostraron que midiendo el porcentaje de preñez en los primeros servicios, las diferencias oscilan entre el 10% y el 15%.

Además, Davidson y Farver observaron que la fertilidad de los toros  oscilaba  entre  el  35%  y  el 70%. También se observaron diferencias en la fertilidad de los distintos toros usando técnicas de inseminación heteroespérmica (inseminando simultáneamente con semen de más de un toro). Hay que enfatizar que estas diferencias  no son  el  resultado  de una sobredilución del semen por parte de las compañías de inseminación artificial.

El “Dairy Records Management System” de la Universidad del estado de Carolina del Norte, ha desarrollado el concepto de la “tasa relativa de concepción estimada” basada en un gran número de inseminaciones en rebaños de USA. Este estudio ha permitido a los productores identificar (y eliminar) de su explotación aquellos toros con menor fertilidad, y seleccionar en cambio aquellos con mayores tasas de concepción.

Así, los encargados de la reproducción pueden maximizar la tasa de preñez en sus rebaños.

Desafortunadamente, la política de precios que se lleva hoy en día en la industria de la I.A. no penaliza ni bonifica aún directa- mente a los toros en función de sus datos de fertilidad. Por lo tanto, el incentivo para seleccionar un toro (y su precio) está totalmente basado en el potencial genético para la producción de leche, componentes, tipo funcional, y ley de oferta y demanda. Existe una urgente necesidad de proveer a los ganaderos de una información fiable a cerca de las diferencias de fertilidad de los distintos toros, lo cuál permitiría a los equipos de manejo la selección de los toros para  mejorar  las  probabilidades de éxito en el área reproductiva.

Almacenaje y manejo del semen congelado: Durante los últimos 20 años se han investigado minuciosamente las recomendaciones para la descongelación y el manejo del semen bovino congelado. No hay duda de que la descongelación en agua caliente (35º C durante 30-60 segundos) es la apropiada. Después de la des- congelación se debe prevenir el choque de frío envolviendo el catéter de inseminación con una toalla o papel limpio, y colocándolo dentro de la ropa o debajo de la axila del inseminador. Los estudios que evalúan los posibles daños ocasionados en el semen almacenado en los tanques de nitrógeno de la explotación, claramente indican que existe un pequeño riesgo asociado a este almacenamiento.

Por lo tanto, es necesario realizar revisiones periódicas de los principios y métodos de manejo del semen.

Hay que enfatizar qué fallos en los tanques de nitrógeno pueden provocar la pérdida total de la fecundidad del semen si éste no se retira antes de la descongelación del tanque.

Debido a que los rebaños crecen en número de cabezas, crece también la probabilidad de que haya varias vacas en celo el mismo día. Además, el uso de técnicas programadas de inseminación artificial aumenta la posibilidad de que varias vacas se inseminen el mismo día. Estas condiciones provocan la tentación en los inseminadores, de descongelar varias pajuelas de semen de forma simultánea. Los datos en cuanto a descongelación son polémicos. Por ejemplo, estudios laboratoriales indican que se pueden descongelar hasta 10 dosis a

la vez sin pérdida demostrable de movilidad del esperma. Sin embargo, estudios de campo indi- can que la fertilidad se puede ver comprometida cuando se des- congelan varias dosis simultanea- mente en el mismo baño.

En este punto, hay que tener en cuenta no solo el efecto de la descongelación de varias pajuelas sobre la temperatura del baño, sino también el efecto que tenga el hecho de inseminar varios animales a la vez sobre el intervalo descongelación – inseminación, con la consecuente pérdida de viabilidad de los espermatozoides.

Manejo de la ganaderia sobre la infertilidad de la vaca

Debido a los evidentes incentivos  económicos,  y  a  que los resultados de las acciones de manejo para conseguir elevadas producciones son rápidamente observados (y a menudo de forma importante), cada rebaño se conduce intrínsecamente para mejorar la producción de leche por vaca.

No existen grandes incentivos obtenidos de forma inmediata para la mejora del manejo reproductivo, y los mismos a menudo quedan en un segundo plano por detrás de las decisiones tomadas para mejorar la producción de leche. En consecuencia, los resultados de un buen manejo reproductivo se ven a menudo “camuflados” y frustrados, y el énfasis en el manejo decrece gradualmente. Desafortunadamente, elevadas producciones reciben a menudo la culpa de una pobre reproducción cuando, en realidad, la misma debe atribuirse a un mal manejo del área reproductiva de la explotación.

Cuando existen incentivos por obtener tanto elevadas producciones  como  una  reproducción eficiente,  es  posible,  y  siempre deseable, que ambos co-existan. Durante la pasada década, en el sector lechero se ha experimentado una transición, por parte de la dirección de los equipos huma- nos, desde conseguir el mayor número de picos de lactación a lo largo de la vida productiva, hasta intentar conseguir maximizar las persistencias por lactación.

Ello ha introducido un cambio en la filosofía del manejo que históricamente ha indicado la conveniencia de preñar la vaca lo antes posible después del parto para poder obtener el mayor número de lactaciones a lo largo de su vida productiva: la vaca de leche moderna incorpora nuevas tecnologías (ordeños más frecuentes, nutrición sofisticada, mayor acceso a la información…), que han permitido alcanzar mayores producciones a través de mayores picos, que disminuyen las necesidades de una preñez pre- coz seguida al parto porque los beneficios obtenidos en la curva de lactación son más sostenidos. En esta coyuntura, en el caso de mantenerse las medidas “clásicas” para evaluar la eficiencia reproductiva (días abiertos, intervalo entre partos…), y si los equi- pos humanos optan realmente por posponer las preñeces debido a mayores persistencias al final de las lactaciones, efectivamente niveles elevados de producción darán como resultado una pobre reproducción.

Las “clásicas” medidas de reproducción fueron diseñadas con el objetivo de que el cumplimiento de sus valores objetivo maximizara el número vitalicio de picos de lactación, por lo que la aplicación de las mismas puede estar  actualmente  desfasada ya en muchos rebaños.

Es necesaria una evaluación crítica y una remodelación de los parámetros reproductivos si procede, para que éstos estén acorde con las condiciones actuales de manejo y producción.

Hay  que  ser  cuidadoso  en  la interpretación de los datos actuales, ya que la conclusión final de la misma podría ser como que la alta producción daña la eficiencia  reproductiva,  cuando  serán en realidad las buenas prácticas de manejo las que pospondrán la consecución de la gestación debido a que el beneficio de mantener lactaciones más largas en niveles elevados de producción es obvio.

Los trabajos que apuntan niveles elevados de producción como causa de una pobre reproducción son bastante polémicos, y existen al parecer muchos otros factores que afectan a la reproducción a un nivel mucho mayor que producciones elevadas de leche.

En la medida en la que gran parte de estos factores de fertilidad dependen y pueden ser efectivamente controlados por los humanos, debería llevarse a cabo una estrategia económica apropiada, dirigida a conseguir las mayores producciones de leche posibles y enfocada también al control de los factores de fertilidad más variables y que más fáciles sean de controlar.

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Referencias bibiográficas

  • De la Hoya, G; Flores, M. Causas de Infertilidad en Bovinos lecheros
  • Hafez, 2002. “Reproducción e inseminación artificial en animales” Ciclos reproductivos. En: E.S.E. Hafez y B. Hafez. (Ed). ed. McGraw-Hill. México.
  • Hernández C, J. 2000. “Causas y Tratamiento de la infertilidad en la vaca lechera”. Departamento de Reproducción, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia Universidad Nacional Autónoma de México, 04510.México.
  • Lluén, 2008 – 2009. “Causas de infertilidad en vacas lecheras”. MV. Benigno Román Lluén Gonzales.
  • Med Vet 2002. “Causas de infertilidad en ganado bovino”. A. Córdova, Y.M. Sánchez, A.J. Leal, C.R. Muñoz, A.L. Murillo.

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